Los hermanos Javier y Álvaro Sanz Moreno han escrito conjuntamente un libro sobre un niño que lejos de tener el culo quieto acaba metiéndose en uno y mil líos. Aquí podemos leer el primer capítulo de tan singulares aventuras que han surgido en ellos y se han escrito en un taller que se ha impartido en el Centro de Acceso Público
Hola, soy Peter, el más desastroso de toda América. Os voy a contar como fui el líder de mi país: Todo empezó cuando estaba en mi casa, y entonces… ¡Peter! ¡Vete a por unos refrescos al súper! ¡Vale! fui al súper hasta que por la calle vi una pelota de goma, le pegué una patada con gran entusiasmo, dio en un bordillo, rebotó en el capó de un coche, ¡ah! y por cierto dejé algunos arañazos, y me cargué la ventana de la casa de mi vecina. ¡Peteeeeeeeeeeeeeeerrr! Salí corriendo hasta que pude ver el súper, entré dentro y vi donde estaban los refrescos ¡Por fin! Fui a cogerlos cuando me di cuenta de que se me había perdido el dinero ¡¡¡¿Cóoooomooooooooooo?!!! ¿Qué podía hacer? , me quedé un momento pensando y dije: claro robarlo, entonces vi una señora que dejaba el monedero encima del carrito de la compra, cuando fui a cogerlo me resbalé, y sin darme cuenta tiré una columna donde había latas de atún, me escondí entre las latas de atún que estaban en el suelo ¡Esa era mi oportunidad! Fui con mi brazo como una bala a por el monedero, empujé el carro de la compra accidentadamente que a su vez empujó a la señora y otra columna de latas y ahora de mejillones, y esta se cayó encima de la señora, y el monedero desapareció. Pensé que era mejor no robar y me pegué un puñetazo de enfado en mi pantalón ¡¡¡¿Cómoooo?!!! Había algo duro, toqué y era mi dinero. Me dije a mi mismo: o sea he tirado dos columnas, por poco mato a una señora y todo porque no me he tocado el bolsillo correcto. Fui a por los refrescos que había visto y cuando los fui a coger… ¡¡¡Eran de mentira!!! Pregunté a la señorita si había refrescos, me dijo que sí, que en el segundo piso. Para subir al segundo piso había escaleras mecánicas, por las escaleras había un agujero, mientras subía metí el pie en el agujero, se atascó por mi pie, ¡¡¡Mi pie está atascado y atasca toda la escalera!!! ¡¡¡Aaaaaaaaauuu!!! Tuvo que venir el dependiente y sacarme el pie, menos mal. Cuando conseguí llegar al segundo piso era igual que el primer piso pero con otros productos, y con otras dependientas, fui a coger los refrescos cuando vi en el suelo un tazo, me agaché para cogerla y entonces se me rompió el pantalón ¡¡¡Oh no!!! El pantalón me lo puse hasta las costillas para que no se me viera, fui a por los refrescos de una vez por todas. Por fin conseguí cogerlos y cuando me metí la mano en el bolsillo para coger el dinero me di cuenta que la raja estaba en el bolsillo, ¡¡¡ Oh no!!! Mi dinero estaba atrapado por el pantalón, ¡¡¡ Qué iba a hacer!!! Se me ocurrió una idea, tuve suerte de que mis calzoncillos eran grandes, me quité el pantalón, y lo rompí más de lo que estaba, así conseguí coger el dinero, seguí mi misión. Cuando ya salí se me hizo un agujero en la bolsa y en una lata, que perdió líquido. Para que no hubiera más en una que en otra, bebí de la otra lata, hasta que ya había igual, pero cómo se iba a cerrar, usé mi pantalón para intentar que no se saliese nada, y así conseguí llevar los refrescos a casa.
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